Padín: "El Gobierno intentó que declarase contra Baltasar Garzón"

El testigo protegido de la operación Nécora, confiesa 'su verdad' casi treinta años después de los interrogatorios que acabaron con los clanes del narcotráfico gallego entre rejas. El Diario recoge en exclusiva su testimonio

 

Manuel Fernández Padín, en la redacción de Diario de Pontevedra. DAVID FREIRE
photo_camera Manuel Fernández Padín, en la redacción de Diario de Pontevedra. DAVID FREIRE

"Ya era un testigo protegido y el PSOE, que entonces gobernaba, sabía a través de abogados de Los Charlines que Garzón no había actuado bien. Me pusieron encima de la mesa un cheque en blanco en nombre del Gobierno. Decían que España no se podía permitir el deterioro institucional que supondría que saliese a la luz el asunto de los GAL". Manuel Fernández Padín, un rostro conocido en Galicia por ser el testigo protegido número 2 de la operación Nécora y, más recientemente, por su aparición (ficcionada) en la exitosa serie Fariña, ha dicho basta. Tras más de 20 años amparado por el plan de protección de testigos asegura que le han dejado "en la puta calle", con una pensión no contributiva y con escasas posibilidades de reinserción social a causa de su edad y de sus largos años lejos de su tierra. Ahora se declara dispuesto a "contarlo todo" y lo hace en Diario de Pontevedra. Habla no solo de su relación con el tráfico de drogas, sino de toda clase de peripecias que le tocó vivir entre los años 80 y la actualidad.

Padín, conocido por delatar al clan de Los Charlines, relata que estuvo muy cerca de convertirse en una pieza clave para acabar de forma prematura con la carrera de Baltasar Garzón. "El Gobierno no quería que instruyese el caso de los GAL". La guerra sucia contra Eta había llegado a la mesa del entonces juez estrella de la Audiencia Nacional, que, igual que hizo con los narcotraficantes, no vacilaría a la hora de llevarse por delante a quien hiciese falta. "Les pedí una cantidad desproporcionada, miles de millones, pero aceptaron 200 millones de pesetas a cambio de que declarase acerca de la prevaricación que había cometido en la operación Nécora. Yo estaba de acuerdo. El Consejo General del Poder Judicial le iba a quitar de en medio, pero en ese momento ya aparecieron Amedo y Domínguez y todo salió a la opinión pública, por lo que ya no se hizo nada más".

20180704_132431Padín está enojado con Garzón y con Javier Zaragoza, la pareja de juristas que dio el recordado primer golpe de mano a las mafias gallegas del narcotráfico en junio de 1990. Señala que el juez estrella le presionó y actuó con prevaricación (veremos su relato de aquellos días con todo lujo de detalles en el tercer capítulo de la presente serie, que se publicará el sábado), pero no duda al decir que gracias a él se pudo frenar, al menos en parte, una actividad, la del narcotráfico, que amenazaba con convertir a Galicia en una nueva Sicilia.

"Había una connivencia con ellos total y absoluta. Vilanova era el centro neurálgico, especialmente del tráfico de heroína, y yo no vi nunca allí un coche de Policía ni una redada, nada. Se traficaba y se hacía de todo, venía gente de Vigo, de A Coruña, de Ferrol, de León, de Barcelona, de Madrid..., era una etapa de impunidad absoluta. Nosotros traficamos, mis amigos hicieron ricos a empresarios, aparecieron nuevos narcos... Se hablaba de cantidades bestiales, 500.000 pesetas, solo en actividades de menudeo. Y los agentes de Vilagarcía no aparecían por allí. Esto fue así hasta que apareció Garzón".

Manolito Charlín. DPPadín tuvo problemas serios con el consumo de drogas cuando apenas contaba con 24 años. Una sobredosis le hizo dependiente de los tranquilizantes de por vida y la crisis y la falta de oportunidades le llevó, como a muchos otros, a abrazar el contrabando. O eso pensaba él. "Hablé con Manolito Charlín (el hijo de Manuel Charlín Gama), que era de mi pandilla, para pedirle trabajo en el contrabando de tabaco". Cuando ingresó en el clan se encontró con que iba a descargar hachís, primero, y cocaína, después.

Esa fase, que será relatada en primera persona por su protagonista en los capítulos del viernes y del sábado, incluyó entregas a clientes en lugares recónditos de la provincia, no solo en O Salnés, sino también en otros lugares. "En algunas ocasiones también cobraba a clientes. Era como en las películas. Me encontraba con ellos en un parking de Vigo y me daban un paquete repleto de billetes".

Fernández Padín asegura que solo estuvo a las órdenes del clan (en concreto, de Melchor Charlín y de Jorge Outón, según sus palabras) durante seis meses, hasta que decidió contar lo que estaba sucediendo. "No podía permitir que se estuviese traficando con cocaína. Una cosa era el tabaco o unos porros y otra eso. Mis amigos se estaban muriendo".

20180704_131622El punto de inflexión tuvo lugar en Pontevedra, en el centro comercial A Barca. Padín sostiene que fueron sus propios jefes quienes le vendieron a la Policía, tal y como contará en el Diario de Pontevedra de este viernes. Lo cierto es que fue detenido en relación con un pase de cuatro kilos de cocaína hallados en el centro comercial A Barca y que llegaron allí en su vehículo. Pocas horas después fue detenido y trasladado a los calabozos de la Comandancia de la Guardia Civil. Allí se dio cuenta de que Los Charlines le habían dejado solo y decidió tirar de la manta.

Sin embargo, parte de lo que contó después fue "mentira, bajo coacción". Así lo remitió por escrito a la Fiscalía General del Estado con la idea de que "se rectifiquen de una vez por todas" aquellas sentencias.

Los protagonistas: los Charlines, los juristas y los arrepentidos
La historia que cuenta Padín tiene como protagonistas a algunos de los miembros del clan de Los Charlines, con los que trabajó durante algún tiempo. También ocupan un lugar destacado en su relato los dos juristas que lideraron el proceso de la Nécora, Baltasar Garzón y Javier Zaragoza, lo mismo que el otro testigo protegido en el proceso, Ricardo Portabales, con quien le une una estrecha relación que no le impide decir que sus testimonios fueron falsos. 
Baltasar Garzón. DP

 

La serie, por capítulos
Viernes, 6 de julio
Manuel cuenta su caída en el mundo de las drogas y ofrece todos los detalles de las descargas en las que participó en 1989, con nombres y apellidos de las personas que participaban en ellas. Concluye con su detención en Pontevedra y sus primeros testimonios contra Los Charlines.
Sábado, 7 de julio
El arrepentido explica sus años de cautiverio, las presuntas coacciones que ejerció sobre él Garzón para que testificase contra Los Charlines y las "mentiras" de Ricardo Portabales, el testigo protegido número 1 y que, según él , no conocía a Oubiña, Miñanco ni Terito, "las personas de las que habló".
Domingo, 8 de julio
Cansados de vivir con la mentira, Ricardo Portabales y Manuel Fernández Padín pusieron en conocimiento de la Fiscalía y de la Justicia que lo que dijeron en su día no era del todo cierto. Además, nuestro protagonista ofrece su opinión sobre la situación actual del narcotráfico en las Rías Baixas.
Padín y Portabales. DP