Curiosidades de la evolución de los brackets

brackets aparato

Mucho ha llovido desde aquellos brackets tremendamente aparatosos y nada cómodos que luciera el Forrest Gump niño en la película del mismo nombre de 1994. Sin duda, estos aparatos de ortodoncia se han sofisticado de tal manera que cada vez encontramos más personas, incluso adultas, dispuestas a colocarse unos brackets y lucirlos sin complejo alguno, más bien todo lo contrario.

Lo cierto es que en sus inicios resultaban muy molestos y prácticamente todos los niños consideraban un tanto traumático tener que emplearlos a diario y, además, durante varios años. No obstante, el panorama ha cambiado sustancialmente, como decíamos, y poco o nada tienen que ver los actuales con los de entonces. 

Desde los egipcios hasta nuestros días

Parece mentira pero la preocupación por la correcta colocación de los dientes data de muy antiguo. De hecho, se han hallado en algunas momias egipcias unas rudimentarias bandas metálicas alrededor de los dientes que, según los entendidos, se colocaban con afán de reconducir la ubicación de algunas piezas dentales. 

Pero estos no fueron los únicos en perseguir el sueño de unos dientes perfectos, pues los antiguos griegos, los etruscos y los romanos también tenían conocimientos de ortodoncia y no dudaban en ponerla en práctica. 

No obstante, a pesar de estos tímidos comienzos, hubo que aguardar hasta el siglo XVIII para que la disciplina de la ortodoncia naciera como tal. De esta manera, se atribuye al médico francés Pierre Fauchard la creación de un invento llamado bandeau, que es considerado como el primer aparato dental moderno que tenía como propósito alinear los dientes.

Más tarde, en 1819, Christophe-François Delabarre urdió la conocida como cuna de alambre e incluso concibió la idea de emplear cuñas de madera para separar los dientes apiñados. Sin duda, un sistema incómodo e incluso doloroso que se hacía en pro de unos dientes bonitos.

Un par de años más tarde se concibió el anclaje occipital que consistía en una suerte de arnés que sujetaba la mandíbula desde el exterior de la boca y que, sin duda, ejercía una evidente presión sobre los dientes.

Con el paso de los años dejaron de emplearse materiales como el oro y la plata para la fabricación de los brackets y se apostó por el acero inoxidable. Esto –sin duda– abarató los costes. También durante aquellos años se empezaron a emplear por primera vez los brackets linguales.

Sin duda, a más de uno habrá pillado de nuevas este desvelo por una sonrisa perfecta que se pierde en la noche de los tiempos. Afortunadamente la ortodoncia actual ha evolucionado de manera evidente. Tanto es así que nos podemos considerar unos privilegiados por no tener que optar por tan drásticas medidas que por entonces se ponían en práctica para tormento de sus usuarios.

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