El púlpito de lo extraño

El santuario de O Corpiño, en Lalín, ha sido escenario de sucesos surrealistas durante años. Su párroco narra varios casos de posesiones diabólicas en los últimos tiempos

El santuario de O Corpiño, en Lalín. PATRICIA FIGUEIRAS
photo_camera El santuario de O Corpiño, en Lalín. PATRICIA FIGUEIRAS

Si las paredes del santuario de Nosa Señora do Corpiño hablasen, seguramente contarían historias de horror, de gente retorciéndose, babeando y gritando, tratando de liberarse -según se dice- de la influencia del demonio. O Corpiño ha sido, durante muchos años, el escenario de los sucesos más extraños, el lugar de peregrinaje de todos aquellos que buscaban una cura a los males del espíritu y a las enfermedades de la cabeza.

Durante décadas, José Donsión fue el encargado de custodiar el santuario, y también de sanar a aquellos que acudían desesperados en su búsqueda. Las crónicas de sus últimos años como rector de O Corpiño hablan de un sacerdote que había practicado alrededor de 30 y 40 exorcismos. Hablan también de un método rápido, aunque costoso, de llevar a cabo el ritual. Durante una entrevista concedida a Diario de Pontevedra en 2012, Donsión cuenta que sus exorcismos duraban unas tres horas y que, normalmente, espantaba al demonio al primer intento.

En cambio, su sucesor, José Criado, que asumió el cargo de sacerdote de O Corpiño también en 2012 y empezó a ejercer como exorcista en 2014, cuenta que liberar a una persona supuestamente endemoniada es un proceso largo, que puede durar años. Y, por supuesto, esto se hace a puerta cerrada, en la más estricta intimidad. "Jamás hago un exorcismo el día de la romería. Si veo que alguna persona necesita algo de eso, la invito a venir otro día y en privado", explica el sacerdote.

Hicieron falta cinco personas para agarrar a un supuesto endemoniado 


Las cosas han cambiado en la romería de O Corpiño. "Alguna persona a veces se desmaya, pero yo no veo nada raro. Es verdad que O Corpiño es el púlpito ideal para que ocurra algo extraño, por la historia del propio santuario, aunque habitualmente la gente solo participa en la misa y en la procesión", explica. Pero acaba confesando: "Sí que hay gente que viene diciendo que está muy mal y que necesita un exorcismo, pero primero hablo con ellos tranquilamente y les pregunto por qué vienen con esa idea. Habitualmente empiezan a llorar y cuentan cosas que realmente no necesitan un exorcismo, muchas veces las personas necesitan hablar y vienen sugestionadas al santuario. Otras quieren llamar la atención y también hay mucha gente que sufre enfermedades psicológicas como la depresión, la histeria o más graves, como trastornos de personalidad o esquizofrenia".

CASOS. El sacerdote recuerda las escenas del documental ‘Lejos de los árboles’, de Jacinto Esteva, ambientado en los años 60 y 70, que retrata momentos espeluznantes en la romería de O Corpiño. "Yo pienso que mucha de esa gente sufría de histeria. Hace unos años la psicología y la psiquiatría no estaban tan desarrolladas y la gente acudía a O Corpiño. La familia de esas personas les llevaban a donde fuera con tal de curarlos", dice. 

Pero, a pesar de ello, hoy en día en el santuario se siguen practicando exorcismos. Criado reconoce que algunos casos que le han marcado. "He tenido varios casos difíciles", asegura. "Hubo una persona a la que le habían hecho un maleficio y no era capaz de dormir, no podía comer casi nada y todo lo vomitaba. No tenía ninguna enfermedad psiquiátrica. Fue empezar a hacer exorcismos una vez a la semana y, en tres o cuatro meses, ya empezaba a comer, iba durmiendo y mejoró", recuerda. 

Los rituales asociados a la brujería suelen ser, según explica el exorcista, una puerta abierta para el mal. "Recuerdo a otra persona muy joven que trabajaba en el mundo de la música y había participado en una serie de ritos satánicos. Maltratan y degüellan animales brutalmente y siempre hay sangre por el medio", explica. "Lo que esta persona hacía cuando formulábamos la oración era temblar, vomitar y llorar. No era necesario sujetarle habitualmente, pero alguna vez sí. Al cabo de muy poco tiempo se empezó a poner bien y ahora está perfectamente", asegura.

Pero el maligno -según explica-  no siempre aparece por medio de algún tipo de ritual. "Una vez vino a verme alguien que tenía un empleo público", recuerda. "Le llegaban tal cantidad de pensamientos malos que cuando lo vi pensé que no estaba poseído, sino que tenía un problema psiquiátrico y le dije que tenía que hacer una revisión psicológica", afirma.

El médico no pudo hacer un diagnóstico y esa persona volvió a O Corpiño. "Cuando comenzamos el rito de exorcismo, hubo que sujetarle entre cinco personas", cuenta. "Mejoró muchísimo, ahora está bien, aunque la recuperación total es lenta", concluye.

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