Opinión

Bagatela deportiva

Hace semanas para esto de la lectura que salen a contrapie. Se pone uno a trabajar en un sesudo ensayo económico para traer una verdadera novedad a los lectores y de repente comienzan a retrasarse pedidos por la red, los libros de papel se agotan en toda España aunque en teoría no los conocen ni los expertos y los libros electrónicos muestran sus insuficiencias: no les recomiendo afrontar lo digital para obras llenas de gráficos en los que el detalle sea importante. A eso le suma un cierto negocio surgido en la reconstruida ciudad de Coventry y ya la tenemos montada. Al final los perxudicados son todos Ustedes, que van a estar preguntándose una semana más por qué la desigualdad en el capitalismo es endémica, "novedad" que andan a anunciar por Francia y Estados Unidos. Si notan incomodidad por no poder hablar de este tema de todos los días, sigan las instrucciones de la pegatina que pusieron hace unos días en el ascensor de mi casa: "Si no quiere hablar del tiempo, mire este punto azul", con el consiguiente puntiño por bajo. Claro, que siempre queda la opción del deporte. Podrían decidir hablar de una banalidad como si el Atleti va a conseguir espantar al fantasma de Schwarzenbeck (top de momentos dramáticos de la Copa de Europa solo superado por los corners del ManU en Barcelona), pero yo les recomiendo zambullirse en un aspecto más lúdico y anecdótico mediante "todo el que siempre quiso saber de deporte", breviario publicado por Guillermo Ortiz en la Editorial Debate. Ortiz, hasta donde yo sé, no se dedica a bourear por las tertulias de nocturnidad (me refiero a los deportivos) sino a escribir unos artículos maravillosos en la revista "JotDown", que por si no lo saben el "Hola" de los hipsters y un entretenimiento imprescindible para los no modernos a los que nos gusta leyera sesudas análisis de aquello que, en principio, no le había debido interesar a nadie. Si me habían preguntado a mí, desde luego no le habría encargado a este hombre, que por cierto no es de mi familia -lo aclaro para no restar valor a los elogios que vienen acto seguido-, hacer un libro que se limita a un selecto anecdotario entretenido en algunas ocasiones que comentaremos, aburrido cuando se limita a enumerar o si extende en detalles un chisco extraños. Por ejemplo Guillermo Ortiz podría hacer una historia mundial del fútbol genial, ya que tiene los conocimientos precisos. Y ya no digamos una del baloncesto europeo, materia en la que sus artículos muestran que está especialmente versado. Tanto con un asunto como con el otro brila una prosa sencilla, libre de barroquismos, ágil y con ese toque irónico que pujo de moda Jabois y ahora muchos imitan (imitamos). Tendremos que aguardar para eso -se son impacientes, busquen en la red- y sólo ver chispas de ese talento para la escritura de no-ficción en este pequeño libro que ofrece una buena cantidad de eso que Ángel Vaqueiro y más yo hemos denominado en artículos cruzados en estas hojas información completamente innecesaria: las reglas del criquet -que a mí me fueron muy útiles para no sentirme como un marciano en Londres durante las Ashes Series-, la aventura del mítico tenista Bjorn Borg con raqueta de madera en medio de los bombarderos de los 90, los mejores cabreos de John McEnroe -imprescindible visita a YouTube para ver la de Estocolmo, por la que no fue descalificado- las sucesivas catástrofes de Carlos Sáinz o las explosiones de las nadadoras y atletas chinas a principios 90, estas últimas alimentadas en teoría por la sangre de tortuga proporcionado por lo mítico me la Junren -también está chulo la visita a la megaweb de vídeos. Toda eso es mil cosas más de esas que muchas veces se discuten por los bares con una caña en la mano, que como dice una parte del título "ejercitan la curiosidad" y que de seguro contribuirán a una tarde de bagatela deportiva en medio de la tensión de hoy, la del miércoles que viene y del que nos queda, con Mundial de fútbol en Brasil y Mundial de baloncesto en la puerta de la casa por delante.

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