O Vello Cárcere recuerda a los 177 gallegos internados en Mauthausen

La sala de exposiciones acoge, hasta el día 29, una muestra fotográfica sobre la vida de quienes estuvieron recluidos o perecieron en el campo de concentración nazi

 

Basadre y miembros de la Asociación Galega de Amizade con Israel, durante la presentación de la exposición histórica. XESÚS PONTE
photo_camera Basadre y miembros de la Asociación Galega de Amizade con Israel, durante la presentación de la exposición histórica. XESÚS PONTE

En los años más oscuros de Europa miles de españoles tuvieron que huir de la Guerra Civil y de la inminente victoria franquista. Muchos de estos españoles y gallegos terminaron en campos de refugiados en Francia y, poco después, vivieron el principio de la Segunda Guerra Mundial.

La Asociación Galega de Amizade con Israel (Agai) presentó este martes en O Vello Cárcere, Galegos en Mauthausen. Esta muestra de 44 fotografías, que se podrá ver hasta el 29 de diciembre, relata la experiencia de los 177 gallegos que terminaron internados en el campo de concentración nazi situado en Austria. La gran mayoría de estos gallegos pertenecían a Ferrolterra, aunque hubo presos de todas las provincias gallegas. La antigua prisión fue escogida por su relación con la memoria histórica. El acto se completará el día 15 de diciembre con una conferencia del historiador Enrique Barreira en O Vello Cárcere.

La entrada de estos gallegos en Mauthausen comenzó con el estallido de la guerra mundial cuando muchos españoles se unieron a las milicias francesas y fueron detenidos durante la ocupación nazi. La muestra de O Vello Cárcere conserva fotografías de algunos de estos regimientos de la resistencia formados por españoles.

La supervivencia se debió sobre todo a la solidaridad en los campos, explica Ana Argiz, miembro de Agai

La vida como presos fue un gran reto. "La supervivencia se debió sobre todo a la solidaridad en los campos", explica Ana Argiz, miembro de Agai. Por suerte para los gallegos y españoles, los nazis destinaron a la mayoría a Mauthausen, por lo que pudieron crear comités con los que organizarse. Si escaseaba la comida en algún sector, estos órganos se encargaban de repartirla para mitigar el hambre.

Otro problema fue la vida después de ser liberados. En este sentido jugó un papel fundamental la amistad con los presos franceses que se encargaron de acoger a los españoles tras la guerra. Estos represaliados eran considerados apátridas y no podían volver a la España franquista. El regimen dictatorial no los quería de vuelta y el riesgo de retornar de forma clandestina era demasiado elevado, por lo que se encontraban en una tierra de nadie.

No todos tuvieron la suerte de instalarse en Francia o salir del campo de concentración. "Era un estado de esclavitud", describe Ana Argiz que hace hincapié en las difíciles condiciones a las que se enfrentaban los presos. Muchos murieron por el trabajo duro que realizaban a diario y la infraalimentación.

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