La fortuna tiró más que la sangre

Los Álvarez Mezquíriz se pasaron trece años a la gresca por el control de Eulen y Vega Sicilia ► Codicia, celos y demandas cruzadas marcaron un conflicto al estilo de la serie Falcon Crest
Los siete hermanos con su padre, David Álvarez, cuando todavía reinaba la paz en la familia. EP
photo_camera Los siete hermanos con su padre, David Álvarez, cuando todavía reinaba la paz en la familia. EP

Siete herederos y una fortuna en juego. Así podría empezar la sinopsis del culebrón que en los últimos trece años protagonizaron los hermanos Álvarez Mezquíriz por el control del imperio que a inicios de los 60 comenzó a construir su padre, el empresario leonés David Álvarez, fundador del gigante de la seguridad y la limpieza Eulen y del grupo El Enebro, dueño de una de las bodegas más prestigiosas del mundo como es Vega Sicilia. En esta guerra de poder, la avaricia y los celos tiraron más que la sangre y el conflicto llegó a los tribunales. La semana pasada se escribió el que parece ser el último capítulo de una historia que saltó a la prensa económica y también a la crónica social. Atención, spoiler: el llamado Falcon Crest español acaba con un pacto para sellar la paz con el reparto de las dos compañías, las joyas de la corona de esta saga.

Pero, ¿cómo y cuándo estalló el enfrentamiento? Comenzó a hacerse mediático en 2010, año en el que empezaron a ver la luz las desavenencias dentro de un clan que hasta entonces había proyectado una imagen de armonía. La última foto de familia se realizó en 2009, en la tercera boda del patriarca con la que había sido su secretaria y a la que llevaba 38 años. Dicen que a la mayoría de los hijos no les gustó que su padre se casara con ella, pese a que hicieron separación de bienes. Comenzó a fraguarse la división del clan en dos bandos, con cinco hijos en contra de su progenitor y dos fieles.

Los díscolos —Marta, Elvira, Juan Carlos, Emilio y Pablo— intentaron apartar al empresario de la gestión de Eulen y el marqués de Crémedes respondió quitándolos de consejo de administración. Solo mantuvo a María José y Jesús David, sus apoyos. El Enebro también sirvió de arma en esta batalla. Los siete vástagos tenían el 49% de las acciones del grupo que el fundador les había cedido a partes iguales tras morir su madre, María Vicenta Mezquíriz, la primera esposa de Don David, que se quedó con el 51% restante en usufructo. Pero cuando Álvarez apartó a los cinco hijos rebeldes de Eulen, estos dejaron de reconocerle el usufructo, un movimiento que acabó en la justicia —el patriarca quería recuperar el control del holding— y que sería declarado nulo por el Tribunal Supremo en 2018.

Para entonces, David Álvarez ya había fallecido. Murió en noviembre de 2015 a los 88 años y en medio de las disputas. Había dejado claras sus últimas voluntades: una pensión vitalicia mensual de 12.000 para su viuda, el tercio de mejora para sus hijos fieles y la legítima estricta como castigo para el resto. Ese testamento agravó el conflicto y los hermanos siguieron enzarzados en demandas.

Una guerra a la que han puesto fin ahora con un pacto familiar para repartirse Eulen y Vega Sicilia, lo que en la práctica supone la partición en dos del imperio. María José Álvarez, que hasta ahora tenía el 57,57% de Eulen, sumará el 39% en manos de sus hermanos, y los cinco díscolos se quedarán con la totalidad de El Enebro al hacerse con el 15% que tenía María José. Ambas partes retirarán todas las causas judiciales. El séptimo hermano, Jesús David, hace unos años se desentendió del conflicto vendiendo sus acciones en El Enebro a los cinco opositores.

Esta historia de codicia y egos bien podría inspirar el guion de una serie al estilo Succession, Las herencias separan a muchas familias dentro y fuera del mundo de la empresa, pero las hostilidades pueden llegar más lejos cuando hay muchos millones sobre la mesa.