La tristeza, ansiedad y miedo se incrementan entre la población infantil tras la pandemia

Un estudio elaborado por Underisk, grupo de investigación de la USC, analiza la evolución del desarrollo infantil en un grupo de más de 2.500 niños
Dos niños cuelgan sus mochilas. EFE
Dos niños cuelgan sus mochilas. EFE

Los sentimientos de ansiedad, miedo o tristeza han aumentado entre la población infantil tras la crisis sanitaria de 2020. Mientras que en la primera infancia (de 3 a 5 años) entre un 15% y un 17% de los menores presentaban niveles por encima de la media, después de la pandemia la proporción se eleva hasta el 26% y el 28% de los niños entre los 6 y los 11 años. Así lo refleja el Estudio longitudinal para unha infancia saudable (Elisa) impulsado por el grupo Underisk del Instituto de Psicoloxía de la Universidade de Santiago de Compostela.

Según explica una de sus investigadoras, Laura López (Lugo, 1984), el proyecto busca identificar los factores que influyen en el bienestar infantil desde edades tempranas, analizar la evolución del comportamiento "a nivel emocional, social, de comportamento, de conducta e de axuste psicolóxico" y promover trayectorias de desarrollo saludables. Para ello, se ha seguido el desarrollo de más de 2.500 niños y niñas de la comunidad desde el año 2017 en dos fases: la primera durante la educación infantil y la segunda durante la etapa de primaria.

En este sentido, López aclara que los datos no hablan "da presenza de sintomatoloxía a nivel clínico", sino que muestran que, tras la pandemia, "estas emocións aparecen de xeito máis frecuente e intenso e que a tendencia estase a manter no tempo". Añade, además, que este hecho "non sorprende" ya que las vivencias emocionales "son máis complexas a medida que os nenos chegan á adolescencia", aunque asegura que es llamativo "que haxa un repunte durante a Covid 19 que permaneza no tempo".

La conducta de los adolescentes

El estudio, que comenzó hace ocho años a raíz de una investigación previa realizada por el propio grupo Underisk con una muestra más reducida, entra ahora en su tercera y última fase. Recogerán, hasta 2029, datos sobre la etapa de adolescencia de este mismo grupo de niños, que actualmente tienen entre 12 y 15 años. El objetivo es analizar los "patróns de evolución" e "identificar dificultades e os factores que poden estar relacionados con elas", explica López.

A pesar de que la recogida aún no ha empezado, el grupo de investigación ya puede anticipar algunos resultados de esta fase. "Pode ser que na adolescencia haxa un repunte das dificultades de comportamento características da idade temperá", señala la científica, "pero con manifestacións contra as normas, desafíos ás autoridades ou a involucración con amigos problemáticos". Se trata de una realidad "que xa se coñece" pero que el estudio ayudará a comprender mejor "porque aparecen estas dificultades de xeito puntual e logo desaparecen".

Para este nuevo tramo, tal y como explica la experta, se aplicarán cuestionarios a docentes, familias y, como novedad, a los propios adolescentes, algo que en etapas más tempranas no se hacía porque era "difícil que entendesen o que se lle preguntaba e que informasen sobre si mesmos". Además, se iniciarán grupos de discusión que permitirán conocer sus preocupaciones, su visión y cómo consideran que debería enfocarse el estudio.

Las redes sociales y la inteligencia artificial

Según indica López, desde Elisa también se prestará atención, en esta nueva etapa, a "aspectos más novos da realidade actual que xeran preocupación e que non temos de todo controlados a nivel científico". Se trata de la influencia que las redes sociales y la inteligencia artificial puedan generar en el desarrollo de los adolescentes.

"Sabemos que estas forman parte da realidade dos rapaces  e sabemos que teñen un impacto, non sempre negativo" asegura la investigadora, "pero queremos analizar que papel xogan, como se poden relacionar o seu uso con certas dificultades, como as empregan os adolescentes e que sentimentos lles xeran".

Finalmente, los resultados de esta fase se trasladarán al sector educativo mediante materiales de prevención, programas y charlas para centros de enseñanza y familias, al igual que se hizo tras las dos primeras fases con iniciativas centradas en  "traballar as emocións, a regulación emocional e a identificación de emocións", entre otros.

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