Leo Sobre el descrédito de la literatura, con el subtítulo Y otros avisos humanistas. De Carlos García Gual, un señor tan extraño que enseña Filología Griega.
Hacer cosas para que pase el tiempo solo es admisible cuando necesitamos apartar como sea el sufrimiento. Deberíamos no contentarnos con entretenernos.
Dice mi nueva suegra que hay gente que pasa por los sitios, pero los sitios no pasan por ella. Estoy de acuerdo, y creo que son las mismas personas a las que solo les sorprenden las sorpresas.
El domingo por la mañana me despierto y me siento a leer en la butaca de la habitación. Le pido a Marta que no se levante aún, que espere un poco allí. A la media hora, dejo el libro: he acabado El Quijote.
El viernes por la tarde fui a llevar a mi hijo al conservatorio. La profesora de cello tenía en ese momento clase de conjunto, y estaba con cuatro alumnas en el césped de al lado del edificio. Las cinco en cinco sillas, con sus cinco violonchelos y sus mascarillas, tocando.
Cojo el autobús. Al salir de la ciudad cruzó el barrio en el que viví de pequeño, y por la ventanilla voy viendo calles por las que anduve, y que ahora no conozco.
Wislawa Szymborska y T. S. Eliot trataron de reconciliarme con mi propia conciencia, y en gran parte lo lograron. Lo que no consiguieron, sin embargo, fue contrarrestar los efectos de un colchón incómodo.
Estoy viendo The Crown, la impresionante serie sobre Isabel II, por la Gracia de Dios reina del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, y de sus otros Reinos y Territorios, jefa de la Mancomunidad de Naciones y defensora de la Fe.
El avión tiene muchas ventajas, si no se te hace demasiado cuesta arriba enfrentarte al hecho de que un aparato de hierro de varias toneladas de peso, contigo dentro, pretenda flotar en el aire.
Si uno está comiendo una tortilla de Betanzos, en una plaza al sol de otoño, ya tiene mucho a su favor. Y si somos dos, más.Si uno está comiendo una tortilla de Betanzos, en una plaza al sol de otoño, ya tiene mucho a su favor. Y si somos dos, más.
No hay argumento más incuestionable contra la idea de la reencarnación que lo mal que nos desenvolvemos en la vida. No es estadísticamente creíble que todos estemos aún en la fase siguiente a la de sapo
Estamos hablando en una terraza del norte de Madrid. Sigue siendo caro, pero menos que el centro. Mi amigo sostiene que en esta ciudad debe de haber más de un millón de personas con dinero. No millonarias, no realmente ricas, pero sí con dineros, casas donde entran de diez mil euros mensuales para arriba
Me he mudado. Bastante lejos de la Gran Manzana. El viaje que más me gustaría hacer, junto con el Transiberiano, sería a Nueva York, a pasar unos días o, si pudiera, una temporada. Pero ya no sé si alguna vez lo haré. Y, mientras, leo, como leo en lugar de hacer tantas cosas.
Estoy aprendiendo muchísima historia viendo Vikingos. El que no se consuela es porque no quiere. O, como decía un amigo mío, haz lo que quieras y justifícalo como puedas.
Estamos viendo la serie The Last Kingdom, que da cuenta de los enfrentamientos entre sajones y daneses en la Inglaterra de finales del siglo IX y comienzos del siglo X.
Nunca me he encontrado con un camarero como los de las películas, con la camisa blanca remangada, un mandil a la cintura, algo barrigones, impasibles y mudos.